Había oído hablar a algunos sobre que los conciertos de
Els Amics de les Arts les provocaban vergüenza ajena. Sospechaba que yo iba a compartir esa opinión, y sí. También es cierto que hace meses los veía en la tele por primera vez y me parecían por lo menos agradables a la vez que potencialmente interesantes. ¿Qué ha pasado entonces?
En aquel primer contacto yo conocí lo mejor de Els Amics de les Arts: sus mejores canciones, que las tienen. Esas que caminan sobre la línea que divide el tópico fácil bien jugado y el tópico cutre, cansino y rídiculo sin más. Resulta que más de la mitad de su repertorio cruza la línea y se embadurna los pies groseramente. Un mal ya de base, por tanto, para mi. Canciones de supuesto buenrollismo (estoy personalmente cansada de que se enarbole eso como argumento a favor de la calidad de una canción). Letras con supuesta gracia usando nombres de animales con doble sentido; una búsqueda al populismo directo haciendo canciones sobre esas cosas insoportables de la pareja (¡oh mira! como en
Escenas de Matrimonio), fútbol, etc. Escribir buenos temas sobre escenas cotidianas, costumbristas, melancólicas o irónicas no es tan fácil.
Del disco al directo la cosa empeora. Els Amics de les Arts no son una buena banda, suenan sin fuerza, no pasan de banda correcta y punto. La idea de que cada uno cante un trocito de canción, quizás como demostración de ese buenrollismo, no es la solución. Algunos cantan bien, los otros no. ¿Era necesario? A mi me agota y me distrae para mal.
Y vale, de acuerdo. Manel no llegaron antes que ellos. Pero sin duda, les ha beneficiado muchísimo su éxito. Por efecto llamada y porque ellos mismos lo están explotando, incluyendo esos monólogos sin gracia alguna en sus directos. Porque los medios han buscado un nuevo Manel y les han promocionado a muerte (no sé si por presión discográfica o no, aquí no puedo opinar), y así han llegado a un público mucho más amplio. Con ese terreno ganado, los 4 Amics de les Arts se han venido arriba, hacen gracietas, poses, monólogos que a mi me dan vergüenza ajena, además de la mitad de su repertorio, que me provoca el mismo efecto, y sus escasos atractivos musicales en el directo. En uno de esos monólogos, uno de ellos dijo que cuando comenzaban las chicas les decían que "hacían mucha risa", y que eso es lo peor que le pueden decir a un músico. Me parece de lo más irónica la afirmación viniendo de un grupo que no ha buscado otra cosa con sus canciones, muchas veces por encima de cualquier otra cosa, y lo que es peor: sin ninguna gracia.
** tras ver a Els Amics de les Arts ayer viernes en Santa Coloma