(sobre el Faraday#2)
Sólo cuando piso la arena de la Platja del Far es verano de verdad. Se inquieta algo por dentro con una excitación agradable y tranquila. Todo es así en el precioso Molí de Mar, agradable, tranquilo, suave, excitante, relajado. Nunca me miente mi estómago. Sólo queda subir esas escaleras donde nos vamos deciendo el paso con una sonrisa (¿es eso posible en otro festival?) y ya.
Allí me importa menos que Abraham Boba ofrezca un flojo concierto. Me parece falto de emoción, sabido para mi y quizás para la banda. Boba no parece cómodo, puede que hasta enfadado. Sería el calor del que se quejó, puede que esté cansado o sean todo cosas mías. Pero desde luego, lo prefiero defendiendo sus canciones solo, suena más visceral y más creíble entonces.
A Joan Colomo no le falta soltura, habla y canta las canciones de su primer disco en solitario.Vale la pena verle, bailar y escuchar la ironía de sus temas, aunque a ratos parece que entona mal a posta pero hasta eso le da vida a su actuación. Fresco y salado como la brisa que llega del mar.
Un amigo me dijo hace tiempo que Bigott tenía un directo genial, y si no lo dijo él yo se lo atribuyo. Es cierto, una banda fantástica con Paco Loco y Muni Camon entre otros. Bigott es un tipo raro que se levanta para ejecutar raros pasos de baile, pero que tiene canciones geniales. De lo mejor de la noche.
Clem Snide llegaron después con sus versiones del Zuma de Neil Young en una actuación única que acabaron con temas propios, muy disfrutable. Otro de los clásicos, The Wedding Present, dando más peso a un festival que este año se ha marcado tantos importantes de la mano de estrellas de peso como los ya citados, Jeff Tweedy o Nick Lowe. Y Mujeres cerraron la noche (para nosotros) como acostumbran, acelerados, divertidos, forzándonos a ser bailarines de nivel, demostrando que tienen uno de los mejores directos de la ciudad de Barcelona.
Olía a galán de noche allí desde donde estábamos viendo a Clem Snide. Sutil, dulce como el fin de semana que acababa de comenzar. Al volver a casa tuve que limpiar mis zapatos favoritos, que ya no eran negros sino grises. No me importa si es el precio de volver al Faraday. Me gusta insistir en aquello que me hace feliz.
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