Porque cada concierto de Mishima me suena diferente al anterior, algo que me maravilla y me parece de prestidigitadores. Así que todo vuelve a comenzar por sabido que sea. Ayer Mishima llenaban la sala Apolo y fue hermoso ver su emoción por hacerlo. Presentaban su nuevo y delicioso disco Ordre i aventura del que he reconocer que me ha costado un poco engancharme, y que ese enganche ha llegado por la vía de escuchar las canciones en directo. Me parece que así suenan más vivas, ciertas y contundentes. Ayer reafirmé esta teoría, me parece que lucían un vestido nuevo de domingo.
Maravilloso, impresionante, memorable. Sólo me vienen este tipo de tópicos adjetivos a la cabeza para calificar el concierto de ayer. Sonaron perfectos a pesar de los cambios sufridos en su formación en batería y bajo, con fuerza, precisión y elegancia. Divertidos y solemnes. Un set compuesto por todas las canciones de Ordre i aventura, un puen puñado de su trabajo anterior y algunos clásicos rescatados sobre todo de Trucar a casa, recollir les fotos, pagar la multa. Hilvanadas muy bien entre ellas como si siempre se hubieran acompañado, decoradas con alguns llacets d'or que se fueron mostrando desde la aparición del Quartet Brossa con L'Ombra Feixuga y la emocionante L'estrany (David Caraben agarró el micro, accidente con él incluido, para un momento estilo Julio Iglesias). Antes se acompañaron de un acordeonista en una En arribar la tardor que ganó en dramatismo.
Ágilmente llegaron a una pausa de la que volvieron convertidos en Manel para interpretar Cert, clar i breu. Los Manel rehicieron la canción para hacer un homenaje a Mishima, como hermanos pequeños bien avenidos. Luego explicaron que la idea nació de un sueño de Marc Lloret, que imaginó que en ese concierto, hacían la pausa pero cuando regresaban al escenario no eran ellos, sino Love of Lesbian (un gran grupo, aclararon).
Quedaba otra sopresa esperada, la aparición de Oscar Daniello y Dani Acedo para hacer del single de Ordre i aventura una bomba llamada Tot torna a començar. Colaboró Paco Loco, su productor, que sacó su guitarra a pasear con ellos. Impresionante, con un ritmo casi tribal, de himno de inicio de vidas y ciclos y fe. 8 músicos para una sola canción.
El bis con "l'última cançó de l'últim disc i la primera del primer disc" nos devolvió a la calle y al metro, a mi con una sonrisa tonta.
Es bonito ir a un concierto donde se nota el cariño y el agradecimiento del grupo que toca, que lo da todo por la calidad y la emoción y que transpiran sencillez a pesar de las páginas ocupadas en los medios en los últimos tiempos. A pesar de la altura conseguida con Set tota la vida Mishima siguen creciendo. Quizás cuando toquen techo decidan volver a comenzar.
1 comentario:
bonita crónica, sí señor.
Publicar un comentario