El festival de Vilanova se mantiene inalterable en el número uno de mis festivales favoritos, y de mis citas de verano. Es EL FESTIVAL. Da igual si sólo me atrae la mitad del cartel o si sólo puedo ir un día, como este año. Ningún otro le hace sombra, como digo siempre, ya desde la impecable organización y hasta su encanto especial por ubicación y sí, hasta por los asistentes. Porque público pesado y poco respetuoso lo hay en todas partes, pero parece que en el Faraday el número decrece y ¡oh, vaya! una buena cantidad de personas están interesadas en ver las actuaciones y tú no debes justificarte por conocer buena parte de las propuestas. Aunque a mi no deje de sorprenderme, estas circunstancias no se suelen dar en muchos otros eventos musicales.
El fin de semana más delicioso de la temporada se limitó para mí al viernes, con la suerte de tener casi todos mis platos preferidos concentrados en ese día. Y lo más rico, lo que esperaba, golosa, nada más comenzar: Samitier (en la foto). Los lectores habituales sabréis de mi amor por ellos, lo mucho que me gusta su debut de pop preciosista, alegre y melancólico, las letras imprecisas y clarividentes de Adrià y la sencillez de toda la banda. Sí, esto puntúa para mi, sobretodo si hacen un directo impecable, más desde la incorporación de Albert (La Sentina y Albert amb l’aigua al coll) y presentan dos canciones nuevas que apuntan a un segundo disco a la altura (y más) de Missatges de l’Aigua.
También esperaba con ganas a Litoral, a los que todavía no había visto en directo. Su pop mediterráneo y suave me pareció muy apetecible. Una bonita, delicada propuesta, que desluce un tanto por la escasa voz de su vocalista, de todavía corto recorrido y por tanto con margen de consolidación.
Klaus and Kinski adolece del mismo mal que Litoral: la falta de voz de Marina. Nada nuevo, el grupo lo sabe y nosotros también, y apreciamos que la ha trabajado y se esfuerza. La formación suena bien, muy bien, en directo, tras reforzarse el año pasado y sus buenas canciones siguen siéndolo. Pero a mí siempre me queda la cosa de que quizás la suya no es una música que se traslade bien al directo, sin perder puntos.
Un regreso al pasado, un pellizco en el estómago, una sonrisa compartida, todo eso fue escuchar Slight Return en directo. Mi primera vez, y última, porque The Bluetones anunció meses atrás su separación y este era el único concierto en España. Aquel grupo considerado menor dentro de la etiqueta britpop demostró que no le ha sentado demasiado mal el paso del tiempo, cosa que no pueden decir todos. Ni yo misma les seguí entonces como a “los grandes”, pero fue un bonito concierto el suyo que me hizo preguntarme el porqué. Agradables y elegantes. Anécdota sin trascendencia: ¿no se parece el cantante del grupo un pelín a Pere Agramunt, director del festival?
Según datos del colectivo La Medusa, responsables de la organización del festival, la octava edición del Faraday ha contado con la asistencia de unas 5.000 personas, cumpliendo sus expectativas y demostrando la plena consolidación del evento.
**Tomad mis crónicas con cierta distancia (los que no lo hagáis ya): en los festivales actúo como una asistente más, no como periodista. La libreta se queda en casa, los amigos no. Entended, por tanto, que haya vacíos en el cartel, puede que estuviera bailando swing junto a la barra o metiendo los pies en la arena fría de la playa. Bueno, estos momentos de distracción los tienen también algunos otros que luego sí hacen sus crónicas como sobrevenidos por un ataque de información telepática o similar, pero ese es otro tema y, es más, bastante conocido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario