
Una de las cosas que más rabia dan de estar en una radio modesta, o cualquier medio modesto, es saber que no tienes poder. No tienes el poder de los grandes para dictar sentencia y decidir quien se lleva el premio gordo. A menudo eso me da igual, pero a veces me importa mucho. Este es un caso en el que me indigna ese poder de los otros: por mucho que yo diga que el segundo disco de
Abraham Boba es de lo mejor del año, si no rotundamente lo mejor, no va a colocarse en las estúpidas listas de lo mejor ni va a llenar sus conciertos. Es necesario que lo digan otros.
La cosa no se entiende. Por un lado, todo el mundo alaba su entrada a la banda de Nacho Vegas, a la que ha dado un plus grande como un estadio de fútbol. En disco y en directo. Pero señores, Abraham Boba no es el teclista de Vegas. Tiene entidad propia, es un compositor magnífico, multiinstrumentista y vocalista extraordinario. Modesto, elegante y pequeño en estatura y enorme cuando compone.
La cosa no se entiende, porque a veces la crítica se empeña con mierdas y otras lo hace el público, pero que los dos ignoren al mismo gran Abraham Boba es un fenómeno paranormal. Siempre quise tener un poco de confianza en el ser humano. Por eso aún me queda la esperanza de que el boca oido funcione, o internet funcione, y a Boba algún día le lleguen las páginas que merece en las revistas, y los minutos que merece en las radios, y los aplausos que merece en sus conciertos.
Su segundo disco
“La educación” no tiene por el momento presentación como tal en Barcelona. Parece ser que tendremos que esperar hasta otras estaciones del año. Así que, ante esta situación, el pequeño concierto que ofreció en el Depo el pasado jueves sirve como adelanto. En solitario, vistiendo algunas de sus canciones con nuevas ropas para poder adaptarlas a ese formato.
Abraham Boba es pequeño pero sabe hacerse grande. Si no, como es posible que él sólo llene tanto un escenario. El concierto nos dejó con la miel en los labios esperando su concierto con banda, para comernos la tostada entera. Boba sabe que el recibimiento a su disco no es justo, y eso debe desmotivar bastante. Pero ahí solo, con su guitarra, su teclado, su melódica, se mantenía digno, preciso, elegante, inmenso. Algo no habitual en el indie nacional, que quizás por desacostumbrado no sabe valorar ciertas cosas.
Canciones las suyas, y especialmente las de “La educación” de una emoción y una puñalada directa al estómago o algo más abajo. Sólo pienso en comerme la tostada con miel entera y en no dejar ni las migajas.
Así que desde mi minúscula porción de poder os digo que este hombre vale la pena. Y no, no es el teclista de Vegas. Eso es un aparte insignificante para él, aunque importante para Vegas.
http://www.myspace.com/abrahamboba