foto de Icíar J. Carrasco
La primera escucha
del segundo disco de Rusos Blancos, Tiempo de nísperos, me dejó un uauh! en los labios. A pesar de
saber de antemano que los rusos habían abrazado varios géneros diferentes en su
nuevo trabajo, no me esperaba que realmente hubiera una rumba, un tema disco y otro en el que Manu cantara como un crooner que recoge el testigo del Jarvis
Cocker más elegante y dramático.
Unos meses más
tarde, el pasado 26 de abril, me volvieron a sorprender. A pesar de las
deficiencias técnicas de la mal llamada sala Slow y de la baja de Iván Jávega, el
grupo consiguió borrar el recuerdo un tanto frío que guardaba de su primera
actuación en Barcelona, hacía casi año y medio. Entonces pensé que les faltaba
rodaje y chispa, a pesar de tener una base interesante. El pasado viernes pensé
que les faltaba una sala en condiciones para mostrar todo lo que habían
avanzado.
Tiempo de nísperos
es un disco en torno al desamor y para aligerar esa unidad temática (además de
mirarse en Jens Lekman) pensaron "que si
hubiera sido muy igual estilísticamente el disco se hubiera hecho muy pesado".
Es Manu Rodríguez, principal letrista y cantante del grupo, quien lo explica y
añade que “siendo conscientes de esa diversidad estilística la decisión
acertada fue llevar cada estilo a sus últimas consecuencias”. Eso dio pie, por
ejemplo, a una pieza disco tan setentera como Baile Letal 3.
Este es un disco
grave en cuanto a discurso, quizás un espejo puesto delante del autor de la
mayoría de las letras, quizás un recurso para huir de la etiqueta de pop
gracioso o hasta herederos del tontipop que Rusos Blancos han ido
arrastrando desde su debut. Una etiqueta que a Manu le acabó quemando y por eso
optó por huir “deliberadamente de ello”. “A la gente le pasaba cualquier cosa y
me decían tienes que hacer una canción de esto. Y con este disco, que tiene
letras bastante duras, la gente sigue diciendo “el sentido del humor de Rusos
Blancos” y yo pienso que lo único que me queda por escribir es que tengo cáncer
y me voy a morir dentro de dos meses para que la gente deje de pensar ¡qué
sentido del humor tiene!”, explica y añade que “mucha gente confunde con humor
el contar cosas poco convencionales”.
Si alguna vez Manu
tuvo miedo de hacer un disco unitario sobre una ruptura, fue antes de escuchar I
know what love isn’t de Jens Lekman. Cualquiera que le siga en internet sabe de
su admiración por el músico sueco: “Soy consciente de la influencia de Jens en
todos los aspectos de mi vida, le admiro por encima de todo”, confiesa. “Me
parece uno de los músicos con más talento en la historia de la música pop. La
presencia de él en el disco está muy clara, aunque muchas de las canciones
estuvieran compuestas antes de que escuchase su último disco. Cuando salió el
disco de Jens como que sentí mucha seguridad en el disco que íbamos a hacer los
rusos”.
La sombra de Jens es
especialmente alargada en los arreglos de Bonito Cortejo o Se me enamoran,
además de en esa facilidad para contar historias que los dos comparten. A Manu
le queda el inventarse historias para introducir los temas en directo.
En el disco hay dos
temas compuestos por Iván Jávega, La playa de los locos y Marina que rompen
un poco la línea del disco, aunque Manu no piensa así: “Sí que había una
canción que no encajaba y se descartó, pero las otras dos sí lo hacen aunque se
salen de la temática del disco. Está bien que haya cierta diversidad”.
Para grabar Tiempo
de nísperos volvieron al estudio de Paco Loco ya convertidos en banda de 6, con
la incorporación fija de Javier Monserrat (Litoral, Tórtel o su propio
proyecto), y con un montón de músicos invitados, como Pablo Magariños a las
percusiones. Sobre Monserrat Manu afirma que “es un músico excelente, súper
versátil tocando la guitarra, muy bueno haciendo coros” y no menos importante,
“un tío estupendo con el que lo pasamos muy bien”.
Uno de los aspectos
que más me gustaron desde la primera escucha del disco fueron las voces. La
solista principal y los coros femeninos (especialmente los de Elisa, que
alcanza unos tonos preciosos), que habían comenzado a ganar terreno en el ep Hijo único. Me alegro que de Manu sea
“muy fan de los coros de chicas. Después de escuchar el disco de Adam Green y
Binki Shapiro lo único que quiero hacer es un disco de duets para cantar con
Eli, aunque le daría a ella el rollo crápula”. Celebro que haya apostado por
cantar en un tono más parecido al suyo real, que es realmente bonito, aunque a
Javi Carrasco no le guste que cante grave: “Estoy muy contento, me siento mucho
más cómodo así, aunque de vez en cuando pueda hacer un falsete o en algunas
cante en el mismo tono que en el primer disco”. Es el caso de Oro, disfruto, un
hit en toda regla pero que no escogieron como single porque estilísticamente
está muy cerca de su debut.
Si Sí a todo era
una agradable sorpresa que recordaba a La Costa Brava, con destellos brillantes
pero con algunos tics que lastraban el conjunto (esa obsesión teenager, por
ejemplo), Tiempo de nísperos es un gran salto adelante: un disco para los
amantes del pop bonito, cargado de arreglos y de coros, un trabajo más adulto,
de gran carga dramática. Contiene uno de los mejores inicios de disco de la
temporada, con las magníficas Dudo que el amor nos salve, Orfidal y
caballero y Hogareña.
* Podéis escuchar toda la entrevista en el programa correspondiente al miércoles 24 de abril.
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