El disco Missatges de l’aigua de Samitier,
con el que debutaron hace dos años, fue uno de mis discos favoritos durante
meses. Cuando supe de la grabación y publicación del segundo me puse contenta y
hasta nerviosa de las ganas de escuchar las nuevas canciones. Y cuando llegó
Mirador me di cuenta de que no tenía mucho que ver con él. Esto podría ser una
cosa terrible pero no ha sido así. Superado el shock inicial, me parece un gran
salto de la banda que lidera Adrià González, en cuanto a riqueza de sonido y en
cuanto que refleja más fielmente a personalidad y las influencias del grupo
(una apreciación personal pero creo que acertada). Además, ha supuesto el sueño
de que una nueva discográfica confiara en ellos casi ciegamente, un artwork de
nivel y una buena campaña de promo. Un subidón de adrenalina.
Según Adrià, uno de los objetivos era que
“hubiera una convergencia entre el sonido del directo y el del disco”. “Aquí el
sonido es más crudo, hay más distorsiones, hemos intentado encontrar la riqueza
del instrumento mientras que en el anterior nos basamos más en la producción”,
puntualiza Adrià, que añade que por eso escogieron a Paco Loco como productor.
Otro de los parámetros era hacer un disco que fuera perdurable en el tiempo y que
no se reconociera dentro de ninguna tendencia actual. “Tengo una obsesión a
veces con las tendencias, no me gusta pensar que un disco se hace viejo por eso
incluso me forzaba, pensaba hablaré de esto de esta manera, quería que hablara
de la tierra y hablar como nuestros abuelos hablaban”, afirma Adrià, que está
de acuerdo con mi apreciación de que el disco es incluso más críptico que Missatges
de l’aigua aunque no fuese la intención inicial: “Intentaba no usar tantas
parábolas y metáforas, que fueran historias que se entendieran pero he visto
que la historia en si a veces no era clara”.
Las letras contribuyen a hacer de Mirador un
disco más difícil que su predecesor. Donde allí hubo luz, al menos
aparentemente, aquí hay claroscuros. Las guitarras son más contundentes, los
giros más habituales. Parece reflejar mejor a su principal responsable: “Todas
estas canciones explican los últimos dos años, donde ha habido de todo, cosas
buenas, malas y bastante malas. La idea era darle forma y encararlo desde la
madurez que creo que he conseguido incluso a nivel musical”. El disco también
es un reflejo más fiel de muchas de sus influencias musicales como “la música
de los 80, el pop más inglés e incluso el mainstream de aquella época. En los
80 está la idea del punk de que todo el mundo podía hacer música, es un momento
en que muchas influencias confluyen y hay grupos que mezclan de todo. El pop es
pop pero no es el mismo de los 60”.
Sobre la madurez musical, Adrià la hace
extensiva a toda la banda sobre la que piensa que ahora está en un buen momento
y que ha conseguido lo que antes envidiaba en otras bandas como “disfrutar del
directo, independientemente de lo bien que toquemos”. “Ahora nos lo pasamos
bien y tengo ganas de que no volvamos atrás, estoy seguro de que no lo
perderemos”. El grupo ha sufrido cambios en los últimos meses, como la marcha
de su bajista Raül Z. Méndez que “quiso comenzar nuevos proyectos y lo
entendimos”, dice Adrià que también presenta a “Octavio, un bajista mejicano
con mucha experiencia y a Eric que ha tocado con Le Petit Ramon o Casual”.
Los directos de Samitier siempre fueron un
punto fuerte y la evolución escénica de Adrià desde que estuviera en L’Anna és
un koala hasta hoy es clarísima. Quien lo conoce sabe que es exigente o que
encuentra “que las cosas no están del todo bien” o que es “perfeccionista” y a
la afirmación del buen momento de la banda hay que añadir esta: “Es el primer disco de todos los que he
hecho en el que puedo decir que mejor no lo he podido hacer. Si no va bien es
porque no gusta pero es lo mejor que podíamos hacer”.
A ese buen estado de ánimo y a esa
satisfacción por el trabajo hecho ha contribuido la apuesta que el nuevo sello
The Indian Runners ha hecho por ellos. “Es un sueño que una discográfica hoy
día apueste por ti con algo más que no sea editarte el disco, que venga alguien
y te diga os pagamos el disco y adelante que confiamos en vosotros, al
principio no me lo creía”. Como también formó parte del sueño el poder contar
para el artwork del disco con el equipo de la fotógrafa Tanit Plana: “Queríamos
hacer un paso como banda y creo que lo hemos hecho y todo se estaba conjugando.
Qué menos que contar con artistas para plasmar lo que ellos entienden del disco
y den su interpretación”. El trabajo conjunto fue tan bueno que de ahí salió el
nombre del disco, que inicialmente iba a llamarse Camí de Ronda.
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