Australian Blonde en el Contempopranea 2005
¿Quién se acuerda hoy de Australian Blonde? Y ¿quién lo hace más allá del Chup Chup? No demasiada gente, sospecho. Tengo la sensación de que se han perdido en el limbo de las bandas que participaron del inicio del indie en España en los noventa pero no han conseguido la etiqueta de grupos de culto, como Manta Ray, o grupos intocables, como Los Planetas, o las dos cosas, como Le Mans o La Buena Vida. No discuto la merecida posición de los anteriores pero me parece injusto que Australian hayan caído en el (casi) olvido.
No serían tan brillantes como otros grupos, pero a lo largo de su carrera consiguieron tres cosas: un montón de canciones perdurables, una evolución más que aceptable del noise pop más amateur al sonido pulido y adulto de su última etapa y hacer más pequeña la distancia entre el indie y el público mayoritario. Y además sonaban sinceros, algo, la sinceridad, que muchos grupos de las últimas hornadas han cambiado por "lo que se lleva".
Os voy a confesar
que a mi la famosísima Chup Chup no me gusta. Yo me quedé enganchadísima al
disco que se llamaba como ellos, tercero y publicado en 1996, al que
seguramente llegué porque con él ficharon por BMG en la época en que algunas
multis confiaron en las bandas independientes como “hacedoras de dinero” y la
promo debió de ser importante. Irónicamente, ese disco fue el gran fracaso de
Australian.
Recuerdo escucharlo
una y otra vez en el walkman, a la salida del instituto, en casa… Me encantaba.
Es cierto que es un disco con demasiadas canciones, algunas muy prescindibles, que hubiera ganado con una
buena criba. Con la mitad de ellas, podría haber sido un disco redondo. Redondo
para la independencia de mediados de los noventa, pero un buen disco. Fue
criticado por triste, por largo, por flojo. A mi que fuera triste me daba
exactamente igual. Lo que me gusta de Australian Blonde es que tenía todavía
un toque inocente y sí, me encantaba su melancolía. ¿A qué chica de 15 o 16 años no le gustan los
chicos melancólicos? Es un disco sencillo pero para mi ahí estaba parte de su
encanto. 13 años después, las que fueran mis canciones favoritas lo siguen
siendo: Chance, No puedo dormir, Rápido, Alguien Diferente, Under the disco
lights, I like you…
Esas canciones en
castellano eran el germen de lo que después haría Fran Fernández, discretamente
en Australian Blonde (la maravillosa Almas de metal del último trabajo del
grupo), en La Costa Brava o en solitario: caminar por el peligroso terreno del
pop sencillo, costumbrista y sentimental sin resbalar y caer al vacío.
Ya fan disfruté
mucho de Extra, con el que dos años después intentaron hacer olvidar el
fiasco de Australian Blonde: un disco breve, rápido, power popero y guitarrero, el más
efervescente de su carrera. Supongo que con este disco alcanzaron el techo que nunca
fue muy alto de
su popularidad (llegando a tocar en las fiestas de mi ciudad, ¡ojo!), lo mantuvieron con Lay it on the line y luego fueron
descendiendo. El que fuera penúltimo trabajo de su carrera lo publicaron con
Astro, el sello del primer batería del grupo, y tiene una de mis canciones
favoritas de todos los tiempos, I try so hard, además de otras muy disfrutables
en una curiosa combinación del pop más Fran y del country folk más Tito.
Aún hoy cuando
escucho estos discos disfruto mucho. Por supuesto que el tercero de AB no es
comparable en calidad con el quinto, pero para mi sigue teniendo encanto y me
parece una pena que esté tan denostado, como también lo está en general la
música de Australian Blonde. No ser una estrella rutilante no te convierte
directamente en basura, hay puntos intermedios y quien trabaja ahí también
merece un reconocimiento y sabe brillar a veces. Tampoco serían tan malos
cuando el gran Paco Loco les acompañó en su trayectoria.
Dejo el comentario
frívolo – fan para el final: Fran fue uno de los sex symbols del indie patrio y
un trendsetter antes de la era de modernez que vivimos. En realidad, nunca ha dejado de serlo.
Drew and Sherry, uno de los singles de Extra
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